La pérdida de un ser querido es un acontecimiento tremendamente doloroso en la vida de un persona. Este fuerte impacto, y sus consecuencias (reorganización de la vida tras la pérdida, resignificación del sentido de la vida y sus valores, tramitación del dolor y su constante reelaboración por lo que es una ausencia irrecuperable) exigen de la persona en duelo un constante trabajo. Me gusta la idea del trabajo en el duelo (por la muerte de un ser querido, por una pareja, por un trabajo) ya que nos exige un esfuerzo, una búsqueda activa de resignificación constante, una búsqueda de ir hacia. “El duelo es un proceso activo, independientemente del carácter espontáneo de la pérdida”, nos dice Neimeyer. (1)
Por supuesto que este trabajo requiere un tiempo y no la aplicación de una premisa exigente que pretenda quemar etapas.El tiempo íntimo, singular, de cada persona y sus particulares significados ante la pérdida…
En esta línea me parece muy rico el texto de Anji Carmelo que dice:
“Me encuentro teniendo que montarme un mundo nuevo. Y así es. Para repoblar el desierto tendremos que hacer una auténtica hazaña de re-creación. No tenemos nada, nos hemos quedado vacíos de todo lo que llenaba nuestros momentos, horas, días, presente y futuro. Momentos preciosos que aún cobran más valor porque ya no volverán a ser.” (2).
1-Robert A. Neimeyer. Aprender de la pérdida. Una guía para afrontar el duelo.Edit. Paidos. 2007. Página 163.
2- Citado en “Estoy en Duelo”, de José Carlos Bermejo.3º Ed.1996. Página 71. Editorial PPC.