Imagínense. Unas vacaciones de mi conmigo, un alejamiento temporal de mi con yo; una distancia, o mejor que una distancia, un dejarnos de ver por un tiempo.
Vacaciones de uno mismo.
Dejar de tener las mismas ideas y preocupaciones…tener preocupaciones sí pero otras…buscar alternativas diferentes (no siempre las mismas y reiteradas soluciones) a esas preocupaciones. ¡Qué cansancio! Los mismos miedos y las mismas imágenes que le acompañan; los mismos proyectos que alcanzar y sus decepciones; las mismas rabias y enojos…
¡Siempre la misma manera de hablarme a mi mismo!
Quizás pudiéramos pensar que el punto importante puede estar en la relación que mantengo conmigo mismo. Quizá, pienso, si pudiera cambiar esta relación (no tan inquisidora, o no tan exigente, o no tan frustrante…) pueda comenzar a sentir, pensar, preocuparme, enfadarme de una manera diferente.
Quizás, así, nos podríamos ir juntos de vacaciones.