"Tuve
que matar a mi ex-pareja".
Esto
me decía una amiga cuando me contaba sobre su ruptura de pareja
y cómo se había sentido tras esta. Y su frase me impactó. Claro
esta que “la mató” simbólicamente; me gustaba el termino
“matar” que utilizó porque daba cuenta de la enorme energía que
le exigía tener que intentar dejar de pensar en su ex, en qué había
pasado entre ellos, que cosas sentía que había hecho mal para que el
otro la dejase, que atributos imaginaba que poseía la nueva novia de
su ex-pareja que ella no tenía, si volvería a sentirse amada y
amando a otra persona,etc.
Con
todo esto no es raro que tras una ruptura de pareja encontremos, en
algunas personas, la necesidad de encontrar rápidamente a alguien
con quien establecer una relación sexual. Verse atrapada/o en la
intensidad del deseo, de la mirada del otro, del placer del contacto,
el sentirse vitalizado, vivo, por la intensidad de la relación
sexual (o , también hay que decirlo, por representarse una venganza
hacia la otra persona que nos ha abandonado) es un fuerte antídoto,
leve, que nos salva del dolor ante la pérdida.
El
largo proceso requiere que nuestra mente, nuestra pasión, nuestros
afectos puedan dirigirse hacia alguien que nos valore y nos aprecie
como somos, a veces tan costoso como tener que “matar” a alguien
dentro nuestro.