Emigrar es difícil, es un complicado
proceso de adaptación, de acomodación y asimilación. Durante el
mismo nos vemos abocados a renuncias múltiples (también a nuevas
adquisiciones): nuestra antigua cultura, nuestras familias, amigos,
objetos, etc.
Pero si esto ya implica un reto para
nuestra mente mucho más lo es el afrontamiento de la pérdida de
seres queridos que quedaron en nuestros países de origen.
En general, si no surge ningún
imprevisto, las noticias del paso del tiempo, con sus nuevas
adquisiciones y enfermedades, llega en torno a nuestros padres. Una
intervención quirúrgica, una enfermedad agravada, suelen ser las
primeras noticias de que el tiempo, allá, tampoco se ha detenido.
El duelo es otro de los grandes retos
que tenemos que afrontar los humanos. Constantes duelos. El emigrar,
como señalábamos, implica pérdidas, implica un trabajo de duelo.
La muerte de los seres queridos. Dentro
del proceso de emigración, es un proceso de duelo dentro de otro
proceso de duelo. Y no es fácil.
La situación variará mucho, sin duda,
si hemos dejado a nuestros hermanos o familiares cuidando de ellos, o
si, por el contrario, están solos; si las relaciones fraternas son
buenas o se han enfriado con el tiempo; si la relación con nuestros
mismos padres era buena o no.
Dependerá de cómo sea nuestra manera
particular de abordar estas pérdidas, si hemos podido ir a verlos o
hemos preferido quedarnos.
Un persona me decía, tras perder hace
años a su padre, que la manera que había encontrado para despedirse
era escribiéndole una carta a su difunto padre; cómo se sentía,
las cosas que extrañaba de él y las que no le gustaba, lo que le
hubiera gustado hacer si estuviera vivo era lo que la carta contenía.
Como dice Robert Neimeyer en "Aprender
de la pérdida" estas “cartas sin enviar”, como les llama, no
tiene por fin “cerrar las heridas” sino, por el contrario, abrir
un diálogo en torno a la pérdida y su elaboración.
Otra persona, en cambio, me contaba
(con algo de tristeza) que prefería ignorar las llamadas de sus
hermanos ante la convalecencia de su madre. Pelear la supervivencia
en el exilio ya era mucha carga como para elaborar, por el momento,
una pérdida difícil.
-Aprender de la pérdida. Robert Neimeyer.2007. Editorial Paidos.
*Artículo publicado en la revista Argentinos.es http://www.argentinos.es/