Muchas parejas vienen a nuestra consulta por el
siguiente motivo: la pareja, en un momento determinado, decide incluir a un
tercero (hombre o mujer) en sus relaciones sexuales; y vienen a nuestra
consulta porque algo en la relación, a partir del trío, ha empezado a no
funcionar; Y es que, si bien incluir un tercero en la relación puede ser muy
excitante y placentero, también conlleva sus riesgos y exige tomar
precauciones:
1) La
decisión de incluir a una tercera persona en las relaciones sexuales debe ser
de la pareja, construida dentro de la fantasía de la pareja, y NO impuesta por el hombre o por la
mujer. Muchas veces se observa un sometimiento por uno de los miembros de la pareja, por temor a ser
abandonado, a este tipo de fantasías del otro.
2) Practicar:
incluir a otra persona en las relaciones es, como decíamos, excitante…y
arriesgado, por su misma intensidad tanto a nivel emocional y de la relación.
Hay que practicar en la fantasía de la
pareja la inclusión de alguien externo para ir observando cómo se sienten.
“Hoy estamos excitados, hagamos un
trío ya” no vale.
3) ¿Hombre
o mujer? Es un clásico. Muchos hombres quieren que el “tercero” sea una mujer;
clásica fantasía masculina. Pero, ¿y un hombre? Esto cuesta más en algunas
personas cuando existe un terror a la homosexualidad u homofobia interiorizada
(mayor en los hombres que en las mujeres). Está clara la desigualdad
hombre-mujer a la hora de poder realizar las fantasías en un trío.
4) El
tercero NO debe tener una
vinculación emocional con ninguno de los miembros de la pareja. No somos
omnipotentes, no controlamos nuestras emociones. Si entra un amigo/a en el trío
el problema puede estar casi asegurado.
Aunque escribo en clave
hetero-normativa está claro que los tríos pueden ser de la más variada fórmula:
pareja homosexual integra a un sexo distinto, pareja homosexual incorpora a
mismo sexo con diferente orientación, pareja transexual agrega a un tercero
bisexual, etc.