Nosotros,
los vende-patria
Una paciente me relataba en sesión cómo le afectaba que en su mes de vacaciones en Argentina pudiera ser tratada de “vende-patria”, ser acusada de haber abandonado el barco (que por entonces se hundía) como las ratas.
Una paciente me relataba en sesión cómo le afectaba que en su mes de vacaciones en Argentina pudiera ser tratada de “vende-patria”, ser acusada de haber abandonado el barco (que por entonces se hundía) como las ratas.
Veo
con estupor una nota en el diario El País del 15 de junio de 2012
que cuenta las vivencias de algunos argentinos que, tras la crisis en
España, se están volviendo. Se lee en el título: “Allí
nos llaman vende-patrias porque no nos quedamos a pelear la crisis”.
Mirado
a la distancia (física y temporal) suena un tanto curioso y hasta
podríamos decir divertido.
Vende-patria.
Alguien
que vende una patria, al final una abstracción.¿Y quién se la
compraría?,¿a cuánto?, y lo que me llama más la atención: ¿Para
qué compraría una patria?
¿Habrá
un oscuro mercado de patrias donde los despatriados y nómadas
involuntarios pugnan por conseguir tan preciado tesoro?
¿A
cuánto cotiza la patria argentina?
Nos
vinimos buscando un futuro, ya ni mejor, sólo un futuro.
No
recuerdo que nadie valorase allá si éramos más o menos patriotas.
Nadie
me hizo nunca un ofrecimiento por mi sentimiento patrio. Nunca nadie
lo pesó ni lo tasó.
Creo
que nadie nos lo hubiera comprado.
Aquí
en España nadie compra patrias tampoco. Es más, aquí es como un
objeto rancio,anticuado, prescindible.
También
podríamos jugar con las ideas.
Si
los que nos vinimos somos unos vende-patrias podemos pensar que los
que se quedaron son masoquistas incurables.
La
maquinaria ideológica del poder.
Lo
desmiento.
Mi
patria es mi lengua, mis amigos, mis recuerdos. Y estos siempre
quedan fuera del mercado.
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