“Quiero un hijo tuyo”
Esta es, en mi opinión, la máxima
expresión del piropo machista y, creo, el ejemplo más claro que refleja la
problemática masculina en torno a la feminidad.
¿Cómo actúa entonces esta
problemática a través de este “piropo”?
Al igual que otros muchos piropos este muestra de manera
transparente el siguiente mecanismo: a través de una consecuencia para la mujer (la
gestación) la dominación masculina (intencionada pero inconsciente), omite,
borra el deseo masculino (el deseo hacia la mujer) transformándolo como perteneciente a ella (“hijo tuyo”);
doble beneficio para estas mentes masculinas: por un lado es la mujer quien
desea, poseedora original del deseo ,
como si ella dijera “dame un hijo”; por otro lado la cuestión de la gestación
nos expresa un mecanismo de control, la mujer quedaría marcada (sólo mencionar
que variaciones de este “marcado”, mecanismo de violencia y control, tiene su
forma extrema en la violaciones sistemáticas a mujeres y niñas documentadas en la región de Darfur, Sudán).
Lo interesante, para poder
entender qué ocurre en la masculinidad, es pensar por qué esta ofensa verbal no
expresa directamente el deseo del hombre (“te deseo tanto…”). Y es que la masculinidad, aquí rígida y
limitadora, se ve imposibilitada a reconocer su deseo, su necesidad y
dependencia del otro y necesita proyectarla en la mujer (lo mismo que les
ocurre a muchos hombres con sus parejas,
con las que no pueden hablar del dolor que sienten, de sus necesidades
con respecto a la relación, etc.). Pero aún refleja más: el marcado nos da
cuenta de una necesidad de control hacia la mujer, la feminidad, representada aquí
como peligrosa.
Urge construir una nueva masculinidad.