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miércoles, 29 de febrero de 2012

Pensar al otro

Ayer entró un hombre en el bar donde me encontraba. Estaba sucio, barba de días, y estaba alerta. Le dijo al camarero que ya pediría algo, miró la comida que estaba en la barra, abriendo la puerta para salir gritó muy fuerte "¿Aquí para el autobús?" y se fue dando un portazo.
En la parada del autobús, a escasos metros del bar, lo vi hablándole casi a gritos a un joven con auriculares que le prestaba escasa atención. "¿Aquí para el autobús?...me puede contestar....¿aquí para el autobús?".
Me quedé mirándolo hasta que paró un autobús y subió.
Le dijo a la conductora que ya le pagaría, que le había entrado una basura en el ojo...se tapaba los ojos...como hacen los niños esperando hacerse invisible a los otros.
Para mi sorpresa la conductora se levantó y le exigió que bajase. Se puso más nervioso, se fue al fondo del autobús y empezó a pedir a los pasajeros que había en ese momento que le pagaran el billete. Cuando la conductora le cogió del brazo este se aferró al pasamanos y empezó a gritar que no se bajaría, que seguiría en el autobús.
Yo no creo siquiera que supiera cuál era el recorrido de esa línea y a dónde quería ir.Me ofrecí a pagarle el billete; "si , gracias, gracias..págueme el billete" exclamó.
La conductora me increpó y me exigió que no lo hiciera. Marqué el billete y me bajé. Con enfado la conductora me decía que eso no se podía hacer, que esta persona no tenía el billete. Sólo pude, en mi desconcierto, decirle "no ve que no está bien de la cabeza?".
No quiero decir nada sobre la conductora y si debería haber dejado o no pasar a esta persona al autobús. No, no es el tema.
Lo que me pregunto es por qué nos cuenta tanto acomodarnos al otro, por qué nos cuesta mirar al otro, ponernos en su mente, imaginarnos que es lo que puede estar pensando y sintiendo, ajustarnos al otro. Una persona con trastornos mentales, una persona mayor, un niño exigen del adulto el esfuerzo en pensar que puede estar pensando, sintiendo, viviendo y, en caso de que no sea posible hacer este ejercicio, será necesario pensar que esa persona con trastorno mental puede ser nuestro hermano, esa persona mayor nuestro padre, ese niño, nuestro hijo.
Esto no es baladí. La capacidad más específica de nosotros está en juego.

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